Cuando llegué a Francia en el 73, miren como será el fútbol en Francia que ya estaba instalado el fútbol femenino y el equipo que fui yo, Stade de Reims (el equipo femenino) eran campeones de Francia.
Contó Bianchi, dejando implícita la diferencia que existe aún entre el fútbol femenino en nuestro país y el de las grandes potencias. También, compartió su admiración por una jugadora de su club de esa época.
Recuerdo a una chiquitita, número 9, que era de Irlanda. ¡Si ustedes vieran las cosas que hacía! Estamos hablando 40 años atrás. Se la tiraban y la bajaba con el pie, con el pecho. Nosotros los varones no éramos campeones, pero ellas sí.
De Carlos no se podía esperar otra cosa más que un mensaje de aliento y de fe para esta cuarta participación de las Gladiadoras en la Copa. Por eso, se dirigió a ellas:
Para terminar, escuché que el año pasado estuvieron llorando. No hay que olvidarse nunca que las lágrimas se terminan convirtiendo en alegrías. Hay que tener fe. Todo pasa por la fe. Si ustedes tienen fe, se van a olvidar de las lágrimas del año pasado y van a encontrar alegría.
Antes de irse, Bianchi, de goleador a goleadora, fue quien le entregó la camiseta a Belén Potassa por sus 100 goles en Boca. ¡Gracias, Carlos Bianchi!